Muchos de nosotros hemos sido enseñados a leer las Escrituras como una colección de información que necesita ser categorizada, sistematizada y analizada versículo por versículo, concepto por concepto. Pero la Biblia no es un rompecabezas y no fue escrita solo en hebreo, arameo y griego. También fue escrita en el lenguaje de las historias. Y, como sucede con toda buena historia, podemos conocer personajes vibrantes, desentrañar misterios y ver el mundo desde una perspectiva diferente. Todo tiene más sentido cuando se entiende desde la perspectiva de la narración.