Para el hombre hay cosas imposibles, pero todas las cosas son posibles para Dios. Dios honró la oración de Kathryn Kuhlman: No quites tu Espíritu de mi.
No soy nada cuando la carne se interpone en el camino. Dios, ¡no me moveré sin Ti!.
Y el resultado de esa oración fueron personas sanadas, restauradas y salvadas.
Ella exclamaba: Póngase de pie y acepte su sanidad.
Venga adelante y cuéntenos lo que Dios ha hecho.
Y las personas pasaban a testificar, de a cientos: niños, adultos, ministros de todas las denominaciones.
Mirándolos con ojos llenos de compasión, ella decía Usted tiene sed de Dios, y al tocarlos, todos caían bajo el poder del Señor.